Restituir el respeto

La política que aceptamos, y de la que somos espectadores que se divierten, está desestabilizando el sistema  institucional en que vivimos.

La argumentación racional e informada para defender o atacar una acción política determinada ha dejado de ser sabia, argumentada e ideológica para pasar a ser descalificadora de personas con insultos, mentiras y amenazas.

Ecuador es hoy una democracia liberal que afronta los mismos problemas y desafíos del mundo occidental. La política, y especial las próximas elecciones, llena los comentarios de los medios de comunicación y ocupan el tiempo libre del ciudadano.

El ciudadano  que  usa el “colectivo” no recuerda la acción que armó la bronca Tampoco siente que merece la pena la bronca para resolver problemas de salud pública, seguridad, educación o trabajo. La deslegitimación de la autoridad no plantea soluciones a los servicios ciudadanos, sino apunta a sustituir la actual autoridad por quienes, en lugar de ser oposición, son aspirantes a ocupar el puesto que quede libre. Es difícil encontrar estadistas con respuestas novedosas y creativas para mejorar la calidad de vida. Cuesta identificar discursos de derecha o de izquierda, pues utilizan el mismo lenguaje “florido” para hundir al contrario.

En este panorama de la vida pública, llevada a un desprestigio desesperanzador,  se naturaliza el golpismo como argumento del debate político. La beligerancia atruena en algunos medios, en las redes sociales y en la Asamblea, en los discursos oficiales. Se agudiza intencionadamente el deterioro de las instituciones públicas.

El educador habla de patria, servicio público, tricolor… y no logra darles contenido verificable el día de hoy. Educar en el respeto a la norma, más que en la polémica y desacuerdo, es tarea para el “buen ciudadano”. El respeto a los que no piensan igual y la contención verbal son tareas que el educador debe poner en su agenda educativa.

Proteger la democracia exige algo más que enseñar Cívica, exige respeto y el cumplimiento exquisito de las normas de convivencia y progreso. Ser “honrados ciudadanos” para regalarle al Ecuador democracia de la buena. Aprender a no ser primeros es un cambio. Un nuevo valor es compartir que estar detrás es tan importante como estar delante. Así se aprende a ser oposición con respeto y dignidad y a procesar diferencias, lo que nos acerca a todos los ciudadanos.

Javier Herrán Gómez

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